El “efecto Mozart” es una hipótesis que defiende los supuestos beneficios, tanto terapéuticos como cognitivos, de escuchar la música de dicho de compositor. Esta idea nace con los estudios de Alfred A. Tomatis, otorrinolaringólogo de fama mundial por el método Tomatis y su libro publicado en 1991 bajo el título Pourquoi Mozart? Los estudios y experimentos posteriores inspiraron a G.Campbell para escribir El efecto Mozart en 1998 del que se tomó el nombre.
Alfred A. Tomatis (1929-2001) se doctoró en 1945 por la universidad de París y se especializó en los problemas de audición y lenguaje. Constató que el ruido excesivo y continuado deteriora la audición y que el daño en la capacidad auditiva puede deformar la voz, lo que le llevó a investigar la reeducación de la escucha y el habla. Propuso una terapia basada en la estimulación musical con piezas clásicas centrada sobre todo en las composiciones de Mozart. Afirmó que la música de Mozart producía unos efectos positivos en el paciente ligeramente más evidentes que la música de otros compositores.
En 1993 Rauscher y Shaw desarrollaron un experimento que llevaron a la práctica recurriendo a una pequeña muestra formada por estudiantes universitarios. Sus hallazgos fueron que el grupo que había escuchado durante diez minutos una sonata de Mozart realizaron con más eficacia la tarea visual-espacial y se produjo un incremento del cociente intelectual de 8 puntos. Sin embargo, este efecto solo duró 15 minutos.
Pese a que los experimentos posteriores, que intentaron replicar el mismo proceso, no se lograron los mismos resultados, la prensa se hizo eco de este fenómeno y lo sobredimensionó con creces. El periódico The New York Times llegó a afirmar que Rauscher y Shaw habían descubierto que la música de Mozart te hacía más inteligente. Se dispararon las ventas de los discos de Mozart y se recomendó que los niños creciesen escuchando la música de este compositor para desarrollar su intelecto.
Aún hoy, se pueden encontrar multitud de artículos que defiende los supuestos beneficios de exponer a los bebes a la música de Mozart.
Aunque desde Estudio Alemán IFA no suscribimos este tipo de métodos milagrosos, si recomendamos escuchar la Sonata para dos pianos K448 de Mozart, con la que trabajaron Rauscher y Schaw en su estudio.